¡Hola a todos!
Anteayer ya os conté que me quedé encerrado en el sótano. Yo pensaba que Ella sabía algo pero…
¡Exacto! No tenía la más mínima idea de dónde se había metido Max. No lo veía desde hacía unas cuantas horas. Algunos pandas me dijeron que Max quería pasarse por el bar pirata. Así que me fui para allá. Pero ni rastro de Max…¿Dónde se habría metido? Me senté y empecé a darle vueltas.
Me pareció escuchar un ruido…¿qué era eso? Salía de alguna parte cerca de dónde estaba yo sentada…parecía un rugido. Ya lo tengo: ¡es el estómago de Max! Y seguí el ruido. Venía de abajo. ¡Max tenía que estar en el sótano! Tiré de la trampilla pero estaba atascada. ¡Maldita sea! Por suerte otro panda pasaba por allí y juntos conseguimos abrirla. “¿Max estás ahi?” grité. Efectivamente, estaba allí, ¿y sabéis qué fue lo primero que me dijo cuando me vio?
Ella, ¡tengo hambre!
Eso es. Así que nos fuimos directos a ver al chef Bruno, para que se encargara de llenarnos el estómago.
Mmmm…¡qué rico estaba! Aunque ahora vuelvo a tener hambre. Déjanos comer un segundo desayuno, Ella.
De acuerdo.
Ojito al parche,
Ella y Max.
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